AUTORRETRATO
BARROCO
Una máscara
griega, enmohecida
en las romanas
catacumbas, vino
cortando
espacio a mi calzante cara.
El cráneo un
viejo mármol carcajeante.
El Nuevo
Continente sopló rachas
de trópico y
de sud y abrió sus soles
sobre la testa
que cambió su acanto
en acerados
bucles combativos.
En un cuerpo de
luna, tan ligero
que acunaban
las rosas tropicales,
un órgano,
tremendo de ternura,
me dobló el
pecho. Mas ¿por qué sus sones
contra el
cráneo se helaban y expandían
por la burlesca
boca acartonada?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario