INDOLENCIA
A
pesar de mí misma te amo, eres tan vano
como
hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
“¿Para
esto elegías? Gusto bajo el suyo;
no
te vendas a nada, ni a un perfil de romano”.
Y
me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de
abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vial
fuera colando… sólo muerto mi arrullo
más
dulce te envolviera, buscando boca y mano.
-¿Salomé
revivida?- Son más pobres mis gestos.
Ya
para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo
soy la que incompleta vive siempre su vida.
Pues
no pierde su línea por una fiesta griega
y
al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con
los ojos lejanos y el alma distraída.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario