CALERA
Bajaba
el río
angosto, rugiendo dolorido
de
tropezar con piedras y troncos y esqueletos,
entre
sierras al borde unos sauces escuetos
y
debajo algún flaco caballo desteñido.
Salpicando
su lecho -remolino y sorpresa-
enormes
piedras negras, de lomos alisados,
al
salir de las aguas fingían solapados
yacarés
, aguardando, inmóviles, la presa.
Oh,
yacarés
de piedra: a veces, un sol, cobre
os
sangraba la boca, y amontonados sobre
algún
tronco, en la sombra, parecíais abrirla.
Cual
si a tragaros fuerais alguna cosa inmensa:
-¿Mi
alma?
-y
a mí
misma
contestaba, suspensa:
-Por
mucho que abarcarais no podréis engullirla-.
Alfonsina
Storni
Poesía
inedia
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